miércoles, 11 de enero de 2017

El túnel de Vicente Valdés eyecta al tren en que viajo hacia el cielo atardecido de Santiago. Sentada en la ventana oeste, tengo total acceso al paisaje que se roba mi respiración, como un abrazo: las nubes se incendian en un rosado fosforescente y el cielo, que un segundo antes oscurecía desvaído y sin color, explota con pinceladas surreales de luz, ciencia y amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario