lunes, 2 de diciembre de 2013

A cualquiera que acepte mi cariño, yo se lo doy. Yo le brindaré mi protección, mi amor, mi estupidez.

La mujer de arriba


Una noche estaba acostada en mi cama, revisando mis correos en el celular. Intentaba mantenerme despierta pues a cierta hora debía tomarme una pastilla contra la gripe, pero mis ojos se iban haciendo cada vez más pesados.
Con mi mamá nos hemos cambiado muchas veces de casa, y como ella se había separado de mi papá cuando yo era muy pequeña, siempre tuve que dormir en distintos lugares según tuviese que quedarme con mi papá, con mi mamá o mis abuelos. Es por esto que algunas veces, al despertar, no lograba recordar dónde estaba.
Esa noche me ocurrió algo similar. Mientras leía un creepy de los que me llegan al correo, sentía un insistente taconeo en el piso de arriba. Me desconcentró varias veces de mi lectura, hasta que pensé "si no me levanto y golpeo el techo con la escoba ahora, mañana mismo le exijo a esa pesada que al menos se compre una alfombra".
 Luego miré el techo y recordé que ahora vivo en una  casa, no en un departamento. Arriba de mi habitación hay un minúsculo desván donde se arremolinan los cables de la electricidad, no otra vivienda.
 Cuando me di cuenta de esto, sentí un nudo en el estómago y puse más atención al sonido. Éste parecía haber notado que lo habían descubierto, y se detuvo de pronto.
A veces, algunas noches, cuando me estoy quedando dormida, creo poder oír esos tacos sobre mí. Pero paran enseguida, como si me temieran. Quizás sea un ratón entre los cables, que se está burlando de mí. O quizás sea mi mamá, intentando soltarse del nudo que le hice en el cuello con esos mismos cables.