Un ideal de blanco parcial, y la verdad negra.
Se va, como todo al fin, se va,
y sin resistirte más te vas, te vas.
Lento morirán los espacios de cuento
Para renacer en otro tiempo quizás...
jueves, 25 de febrero de 2016
jueves, 17 de diciembre de 2015
el poema de hoy es:
Estoy más triste que un zapato ahogado
estoy más triste que el polvo bajo los petates
estoy más triste que el sudor de los enfermos
estoy triste como un niño de visita
como una puta desmaquillada
como el primer autobús al alba
como los calzoncillos de los notarios
triste triste triste de sonreír como un bobo desde los rincones
de ver tallar las cartas en redondo saltándome siempre a mí
de todo lo que se dicen y se dan y se mordisquean en mis narices
estoy harto de quedarme con el saludo en la boca
de salir bien dibujado entre la muchedumbre
para que me borre siempre el estropajo de su roce
de no estar nunca en foco para ningunos ojos
de tener tan desdentada la mirada
de navegar tras la línea del horizonte
con mis banderitas cómicamente izadas
no puedo más de no ser nunca nadie
de que no me dejen jamás probarme otra careta que la de ninguno
de no irrumpir de no alterar el oleaje
de no curvar jamás un tren de ondas
de no desviar a mis corrales la palabra suelta
de que nunca me caiga a mí la lotería de un vuelco visceral
De no poblar ni el más vago sueño ocioso
De saber que ningún mal pensamiento tendrá ya más mi rostro.
Estoy hasta aquí de la avaricia de los privilegiados
de que quieran para ellos solos toda la juventud
todos los influjos en las cosas del mundo
todo el favoritismo de la puta alegría
toda la iniciativa de renuevo y capricho
de que se apropien sin escrúpulos la plusvalía de calor y encuentros
todo el capital de risa y de coloquio
que repartido con justicia
alcanzaría de sobra para alimentarnos a todos
a todos los hambrientos de carne de comunión
y sedientos de vino de comunión
a todos los que están tristes
como faldones arrugados que les cuelgan a los otros
en fin estoy gibosamente desolado
de haber envejecido sin seguro de vida
sin seguro de nombre
sin cavar mi guarida en el espeso ahorro
de no haber cobrado el billete cuando la vida se asomaba a mirarme
de haber tirado siempre deudas al cesto sin mirarlas
y lo que quiero decir es que estoy a fin de cuentas
terriblemente triste de que no me hayáis perdonado.
Tomás Segovia
estoy más triste que el polvo bajo los petates
estoy más triste que el sudor de los enfermos
estoy triste como un niño de visita
como una puta desmaquillada
como el primer autobús al alba
como los calzoncillos de los notarios
triste triste triste de sonreír como un bobo desde los rincones
de ver tallar las cartas en redondo saltándome siempre a mí
de todo lo que se dicen y se dan y se mordisquean en mis narices
estoy harto de quedarme con el saludo en la boca
de salir bien dibujado entre la muchedumbre
para que me borre siempre el estropajo de su roce
de no estar nunca en foco para ningunos ojos
de tener tan desdentada la mirada
de navegar tras la línea del horizonte
con mis banderitas cómicamente izadas
no puedo más de no ser nunca nadie
de que no me dejen jamás probarme otra careta que la de ninguno
de no irrumpir de no alterar el oleaje
de no curvar jamás un tren de ondas
de no desviar a mis corrales la palabra suelta
de que nunca me caiga a mí la lotería de un vuelco visceral
De no poblar ni el más vago sueño ocioso
De saber que ningún mal pensamiento tendrá ya más mi rostro.
Estoy hasta aquí de la avaricia de los privilegiados
de que quieran para ellos solos toda la juventud
todos los influjos en las cosas del mundo
todo el favoritismo de la puta alegría
toda la iniciativa de renuevo y capricho
de que se apropien sin escrúpulos la plusvalía de calor y encuentros
todo el capital de risa y de coloquio
que repartido con justicia
alcanzaría de sobra para alimentarnos a todos
a todos los hambrientos de carne de comunión
y sedientos de vino de comunión
a todos los que están tristes
como faldones arrugados que les cuelgan a los otros
en fin estoy gibosamente desolado
de haber envejecido sin seguro de vida
sin seguro de nombre
sin cavar mi guarida en el espeso ahorro
de no haber cobrado el billete cuando la vida se asomaba a mirarme
de haber tirado siempre deudas al cesto sin mirarlas
y lo que quiero decir es que estoy a fin de cuentas
terriblemente triste de que no me hayáis perdonado.
Tomás Segovia
viernes, 6 de noviembre de 2015
Siento que tengo tantas cosas que decir, pero cuando trato de enfocarme en cómo decirlas, pierdo el control de mis emociones y rompo a llorar. Por eso tengo presente una de las cosas que me reprochaste hace poco: que me atrapo en un loop infinito de amurramiento, y que lo mejor es dejar pasar las cosas y enfocarse en el presente (aquí es cuando me dices "pero si no es eso!!" y me siento idiota por malentenderlo todo).
El problema es que es tan agradable enfocarse en el presente y no darme vueltas en lo que tiene una fuerte carga emocional negativa, que al final creo que termino enterrando todas estas situaciones y recuerdos estresantes, lo que lleva inevitablemente a que olvide todo.
Me di cuenta de esto cuando fuimos al sicólogo. Mi mamá le contaba algo a este señor, que yo no entendía; ella tuvo que explicarme detalles y fechas y escenas hasta que por fin agarré el hilo, y me percaté de que había olvidado eso. Y me puse a pensar en todas las cosas que puedo haber olvidado, sólo porque me son desagradables y no he aprendido a manejar las cosas desagradables. Después me pasó algo curioso: empecé a rememorar todas las escenas altamente estresantes por las que he pasado, y es francamente terrible. Es mucho, mucho mejor olvidarlo todo.
Pero ¿hasta qué punto? ¿Debería siempre recordar las cosas que me hacen sufrir? O por lo menos, ¿debería no tratar de esconder mis recuerdos tras flashes del hoy? No tengo claro si aprendería algo de mis memorias. Hasta el momento, sólo logro sufrir.
El problema es que es tan agradable enfocarse en el presente y no darme vueltas en lo que tiene una fuerte carga emocional negativa, que al final creo que termino enterrando todas estas situaciones y recuerdos estresantes, lo que lleva inevitablemente a que olvide todo.
Me di cuenta de esto cuando fuimos al sicólogo. Mi mamá le contaba algo a este señor, que yo no entendía; ella tuvo que explicarme detalles y fechas y escenas hasta que por fin agarré el hilo, y me percaté de que había olvidado eso. Y me puse a pensar en todas las cosas que puedo haber olvidado, sólo porque me son desagradables y no he aprendido a manejar las cosas desagradables. Después me pasó algo curioso: empecé a rememorar todas las escenas altamente estresantes por las que he pasado, y es francamente terrible. Es mucho, mucho mejor olvidarlo todo.
Pero ¿hasta qué punto? ¿Debería siempre recordar las cosas que me hacen sufrir? O por lo menos, ¿debería no tratar de esconder mis recuerdos tras flashes del hoy? No tengo claro si aprendería algo de mis memorias. Hasta el momento, sólo logro sufrir.
martes, 18 de agosto de 2015
The clock has stopped
And the light is still
The whiteness is getting
Under our skin
On our gray hair
On our pale faces
You can see the ashes
Of what we were yesterday
Life is now resting
Of what life used to be
Life now goes by
Without us on the screen
We float and we wait
For the bright, endless sleep
Even then, and forever
Together we will be.
lunes, 30 de marzo de 2015
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